4 situaciones incómodas por las que pasarás como emprendedor
En tu empresa, tarde o temprano, te vas a encontrar con estas situaciones incómodas que van a requerir de tus mejores dotes como líder y de tus habilidades de comunicación.
No nos referimos al cierre del negocio, ni a ninguna otra situación sin vuelta atrás, sino a esas situaciones verdaderamente incómodas en las que te vas a ver metido con independencia del tipo de empresa de la que estés al frente.
1. Reconocer una salida de tono en un momento de tensión con un empleado
En un momento de tensión, en el que ha podido haber palabras fuera de tono, cuando la situación se calma, hay que saber disculparse. ¿Cómo hay que reaccionar? Tienes que saber decir: Me he pasado a la hora de echarte la bronca. Me ha cogido en un momento límite. Que sepas que lo que quería era hacerte ver esto. Es la típica reacción impulsiva en un momento de tensión. Perdona, no te lo tendría que haber dicho así.La plantilla lo acepta lo acepta.
Se trata de tener credibilidad delante de las personas con las que estás colaborando. Tiene que ser una comunicación neutra y directa, en el sentido de que no te tienes que centrar tanto en quién ha cometido en el error como en pensar en el error como en una oportunidad para aprender. Hay que analizar más las causas que el hecho en sí.
La gente no es tonta. Si has cometido un error lo saben. El error está ahí. Es absurdo querer esconderlo y hacer como si no hubiera pasado nada. Al reconocer el error consigues autenticidad.
Si buscas un punto de autenticidad en lo que estás diciendo, los empleados esperan que cuando tú cometas errores, tú también los reconozcas. Es algo que no sólo no te quita autoridad, sino que te da más autoridad. Cuando hay un tema puntual que no se ha hecho bien, tienes que reconocerlo. De esta manera vas a conseguir que cuando sean los demás los que cometen errores y tengas tú que señalarlo lo tomen más que como una crítica, como un ejercicio de responsabilidad. Ya no lo ven como un ‘capricho’ del jefe, o como ‘es-que-el-jefe-quiere-que-lo-hagamos-así’. La plantilla se motiva y esto estimula que se asuman responsabilidades y que sientan como propio lo que están haciendo.
Si te comprometes tú, se compromete la plantilla. Si tu actitud es: ‘Voy a mejorar en estos temas’, le das una imagen de autenticidad en tu equipo. A todo el mundo le cuesta decir a los demás cosas que no son del todo positivas. Realmente es un ejercicio de madurez. Se dan cuenta de que lo que quieres es ser un mejor líder, mejorar en tu liderazgo, que eres como los demás. Al final ven que quieres hacer las cosas mejor. Puedes ser buen líder en unas cosas y otras no. Es importante mejorar tus puntos débiles.
2. Resolver un enfrentamiento entre dos jefes de departamento
El perfil de un director comercial y un director técnico suelen ser distintos. Los enfoques que le dan a las cosas son completamente distintos. Además hay otras prioridades, y hay otro ritmo de trabajo. Todo esto llega un punto en el que provoca muchos puntos conflictivos. Hasta aquí, esto es normal para la mayoría de empresas. Cada uno de nosotros tenemos nuestra forma de trabajar. Pero si esto no se detecta desde el inicio, se va acumulando, la distancia cada vez es mayor… hasta el punto en el que hay un conflicto.
Cuando existe conflicto entre jefes es una señal que están implicados con la empresa y con sus responsabilidades, y éste es un buen punto de partida. Pero evidentemente debe ser solucionado cuanto antes. Cuando una persona está más pendiente de las actuaciones y/o decisiones de otro, automáticamente baja su productividad y nivel de motivación. Lo primero es cerciorarse de que existe tal conflicto y cuál es el motivo, si es unidireccional o bidireccional. A partir de ahí, se puede atacar el problema de una forma más concreta y poner todas las cartas sobre la mesa. No existe conflicto que no se pueda solucionar si éste es profesional y no personal.
Se deben definir muy bien las funciones y las responsabilidades de ambos y establecer un sistema de control para evaluar que cada involucrado cumple con sus responsabilidades. Es decir, que sea el propio sistema quién soluciones el conflicto de forma que no haya puntos sensibles de crear enfrentamiento. Esta puede ser una medida temporal hasta que las aguas vuelvan a su cauce, cuando la motivación estará en un nivel más elevado y lo que antes eran desacuerdos podrán convertirse en puntos fuertes de trabajo en común.
3. Despedir o no renovar a un empleado
Despedir a un empleado es lo más duro para un emprendedor. Cuesta mucho hacerlo. Cuando tomas esa decisión tienes que ser justo: cuál es la situación y por qué. Si dices la verdad, te cuesta menos que si le quieres dar vueltas al tema. La gente lo que quiere oir la verdad. Es por este motivo, por éste y por éste. Al final, lo agradecen. Y tienes que tener presente que no siempre es la personal más débil ni el peor al que tienes que despedir. Por la situación económica tienes que reducir costes y no siempre hay faena para todo el mundo, y quien no tiene faena es un buen empleado en un área de tu negocio que se ha quedado sin actividad. Depende del trabajo que desempeñe y qué efecto tiene en la empresa.
¿Cómo trabajar previamente para que esas situaciones sean menos difíciles? Tienes que reunir a tu equipo una vez al mes y hablar de lo que sea. Luego ya vas orientándolo hacia el trabajo. Tienen que hablar ellos. Se trata de hablar sobre nuestras debilidades y sobre nuestras fortalezas. Se trata de ver dónde estamos, hasta donde llegamos y a dónde queremos llegar. Si hay cosas que no podemos hacer, porque tenemos unas debilidades, tenemos que buscar nuestras fortalezas. Si alguien del equipo flojea, perjudica a todo el equipo.
4. Meter a un inversor externo cuando necesitas el dinero
Cuando el capital pasa de estar al 100% en manos de los socios fundadores y entra un inversor privado las reglas del juego cambian y cambian de forma radical. Aparte de que hay ya una cierta responsabilidad de los fundadores hacia un tercero que ha apostado dinero por su proyecto. La versión reducida es que ya no decides sólo tú. La versión larga: Si vas a buscar financiación externa, tienes que tener muy claro que si entra un señor externo en tu empresa es para venderlo en tres, cuatro u ocho años, y eso puede significar que en ese momento tengas que vender. E igual no quieres hacerlo, y eso tienes que saberlo desde el principio. Tienes que ver la forma en la que te financias para poder mantener el control de la empresa. A veces te tienes que plantear rechazar a un inversor.
La decisión de coger o no capital y de qué forma es crítica. Tiene muchas implicaciones: ya no es sólo, la empresa pasa a ser de más personas. Primero está este planteamiento: el capital de ayuda a crecer, pero las decisiones ya no son sólo tuyas, ya no es un proyecto que sólo vives tú, sino que requieres ofrecer unos resultados en unos plazos, y para un emprendedor esto no tiene morbo, es más bien una putada. Pero es dinero para crecer.
Dentro de la decisión, si es que no, es que no, pero si es que sí tienes que saber de qué forma y a qué precio. Los emprendedores se creen que el hito es conseguir capital, cuando el verdadero hito que deben marcarse es conseguir que la empresa crezca.
¿Por qué resulta difícil tomar esta decisión? Es complicado porque tienes que definir el tipo de empresa que quieres ser: si una empresa que obtenga resultados a corto plazo, que ofrezca pronto beneficios y buenos salarios, o no tener dividendos, tener peores sueldos y construir una empresa que gane en volumen y llegue a tener mucho valor.
Fuente: emprendedores